domingo, 18 de julio de 2010

ESTUDIOS CORTOS SOBRE AZULINACIONES


ALUCINACIONES Y AZULINACIONES:
Lenguaje y narrativa en la novela de Natasha Salguero

Por Isabella Falco


“Todas las lenguas están muertas
Muertas en manos del vecino trágico
Hay que resucitar las lenguas
Con sonoras risas
Con vagones de carcajadas
Con cortocircuitos en las frases
Y cataclismos en la gramática.”

Así dice el Canto III de Altazor, poema del chileno Vicente Huidobro, publicado en 1931. Heredero de esta tradición que busca revitalizar las palabras para hacer del lenguaje un instrumento de liberación, el Negro –personaje de la novela Azulinaciones de Natasha Salguero- expresa: “intentando una seria nota del lenguaje. Tratando de usar y bailar un idioma vivo, sabido, saperoco, lejos de la , lejos de la real lengua... No estoy tratando de inventar la divina pomada... como autor, escribo como hablo y no para ser nuevo...” (1ra ed., 133)

Graciela, protagonista de la novela y confidente del Negro, le escribe con respecto a la coba o jerga que usan todos los personajes principales de Azulinaciones: “...la cobacha es lengua local, viva, en creación permanente...” No sólo el lenguaje. La narrativa contemporánea también está “en creación permanente”, aplicando y experimentando con formas directas, indirectas y mixtas de referir discursos.

Natasha Salguero destaca como exploradora aventajada en este terreno. Al igual que Julio Cortázar, ella parodia moldes expresivos ajenos, subrayándolos mediante alteraciones de la norma ortográfica o la unión de un grupo de palabras por medio de guiones: “Jairo el pintor de cara-de-caballo-huesudo desnuda a Graciela con la mirada... y le dan desespero sus drocuas/ apáticos autorretratos de rocinante-venido-a menos... y siente la vil-envidia de su persistencia...” (17-18)

Para agilizar y volver más vívido el movimiento dialógico, Natasha Salguero pasa de un nivel discursivo a otro, de manera abrupta, sin que medie entre ambos discursos una zona de transición:

La hija pródiga perdón olvido la loca de la casa hable serio cuánto vale en los meses venideros los jamones pobrecitos triqueados la vigilarán la interrogarán la espiarán cada vez que salga averiguarán quién te llamó la tratarán como a una enferma a dónde vas a qué hora regresa con quien sales con quien entras... (131)

Este recurso permite acumular un máximo de información en un mínimo de superficie textual, logrando combinar la densidad informativa con la economía de señales.

Las acciones verbales de los personajes se incluyen como parte sustancial de los sucesos narrados:

...al fin se manifiesta un taxi que la lleva a la cantina donde el Negro retorcido sobre u vaso con la urgencia de la muerte junto a la rocola la espera... los ojos vidriosos la miran has venido hermana la abraza un hedor a días de alcoholtabacocomidabaratababas le aprieta las manos el man gime a borbotones Graciela le acaricia el rostro ya tú ves me llegó la hora... (145)

Así se acorta la distancia entre el plano de la descripción y el de la narración en sentido estricto y queda representada la simultaneidad de acciones verbales y no-verbales.

Otro recurso que sobresale en la narrativa de Natasha Salguero es la intertextualidad o relación de co-presencia entre dos o más textos, que asume la forma de la cita o la alusión. Así por ejemplo, en Azulinaciones se cita frecuentemente la poesía de César Vallejo y a veces estos préstamos no están ni entrecomillados ni aclarados. Salguero ha utilizado una licencia poética, llevada por su propia familiaridad con la poesía de Vallejo.

Su personaje, el Maestro, pregunta: “¿Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe?” (24) , verso de La cena miserable de Los Heraldos Negros; la Lucila declara: “Me moriré en París con aguacero” (28), verso de Piedra negra sobre una piedra blanca, del mismo poemario; el Maestro se queja: “Y uno pobre sin Gracia ni Luz ni sírvete ni agua” (45), parafraseando el poema XXVIII de Trilce; y Graciela dice: “váca mi yeyuno” (69), de La rueda del hambriento, de Poemas Humanos.

Salguero maneja un discurso indirecto libre que es eficaz para representar tanto la interioridad del personaje como sus conversaciones con otros personajes.

Humillada y ofendida, se hace negar cuando el Maestro la llama por teléfono. Le invade una vil ansia de irse y quedarse al mismo tiempo. El Maestro, distraído en su amor doloroso, sin embargo la acosa, la persigue. Hola Gracia vea acompáñeme, véngase a fumar una chicharra, veámonos. Ahora es no puedo. Sí puede, teus es mi hermanita del alma, mi ñañita, no sea mala. Y Graciela, asombrada de sí misma, de su falta de orgullo de dignidad de amor propio acepta esa tarde, un poco para exacerbar la herida hasta tal punto que. (115)

El teórico alemán Lorck afirma que esta manera de referir un discurso tiene un carácter cuasi-monológico. Efectivamente. A pesar de que ella experimenta con variadas formas innovadoras que van desde la radionovela y el guión de televisión hasta la explicación de u texto con anotaciones a pie de página, el carácter cuasi-monológico del grueso del discurso es lo más memorable de la novela de Natasha Salguero.

Dice Lorck al respecto: “Quien intentara transmitir de este modo un discurso, daría la sensación de hablar consigo mismo en olvido del interlocutor, o de ser víctima de alucinaciones.” Natasha Salguero lo corregiría: “Alucinaciones, no. Azulinaciones.”



UNA POÉTICA DEL NOVELAR


Por Marena Briones Velasteguí y Mariella de la Torre

“Mi novela no trata de ser un inventario del país... pero sí intentaría lo que toda novela, o sea lo que dijo nisequién, ser un testimonio individual... En cambio, todos compartimos la mediocridad del presente; nos queda, como a Fellini (salvando las distancias), ser maestros en la narración de lo cotidiano...”

Palabras expresadas por un personaje de “Azulinaciones”, el Negro, quien le cuenta a Graciela (otro personaje) cómo será la obra que piensa escribir; palabras, además, que inmediatamente nos recuerdan “A la narración del mundo privado en tono privado lo llamamos novela” de Kayser.

Este es el indicio que nos llevó a plantearnos que “Azulinaciones” contiene una propuesta sobre lo que es el novelar o que, por lo menos, se sirve de la ficción para reflexionar teóricamente sobre el arte de narrar. Acontinuación, muy someramente, proponemos los siguientes puntos a considerarse desde esta perspectiva:

Uno

“El amor. ¿Invención del medioevo? ¿Romance = novela? Y fueron felices comiendo perdices y se casaron y colorín colorado...”

Graciela, en tono irreverente se cuestiona sobre una de las grandes verdades literarias; el nacimiento de la novela como la narración de historias de amor.

Dos

“...mi novela fue un recordar y un re-elaborar sucesos reales, meter letra a esas gentes que he conocido, amado, odiado. Después, esos personajes se fueron desprendiendo de los seres que los inspiraron... Viven gracias a mí y a pesar mío”.

El Negro hace un planteamiento teórico: la obra se independiza de su autor/a: dicha elaboración es parte de la ficción de “Azulinaciones”:
“Podrían romper sus círculos viciosos, sus mecanismos, podrían, qué sé yo, irse a la extrangia. Aquí siempre que queremos cambiar algo, pensamos en salir del país. Somos turista natos, los kitgüenses.”

Tres

“... y hasta hicimos una famosa obra de teatro, supuestamente destinada a; pero fue totalmente mala porque partió no de la realidad sino de premisas ideológicas, ñañita, de aprioris teóricos... “

El novelar no exige un molde teórico al cual sujetarse; debe ser libre en la medida en que recrea una realidad, y al recrearla puede reflexionar sobre esa realidad y sobre el mismo hecho de narrar.

Cuatro

“La novela aún no la leo porque quiero tener tiempo completo para ella, y ojalá pueda ser “objetiva”, prescindiendo del shungo que te tiene puritito cariño. Aunque, ¿por qué hemos de ser objetivos?”

En este momento, Graciela nos plantea la interlocución del/la autor/a con /la lector/a, cuestión que, a la vez, nos remite a la problemática de la voz narrativa.

La voz narrativa es múltiple: una primera persona, como cuando el Negro cuenta sobre su novela y como cuando Graciela monologa: (“me detengo porque parece que estuviera tratando de encontrarme mediante un embrión de sicoanálisis...”); una segunda persona, que nos remite al narrador-personaje: “La tegen se pasa es de frescura, pero ella se friquea. De pronto te topas con compas o profes y tú con los ojos faroles...”; una tercera persona: “Sentada frente al oh mar qué pacíficas son tus aguas, de completa solachera, se extraña de ese amor que la ha tenido atragantada por eternos meses...”.

Cinco

Los narradores también son personajes, como en el caso de Graciela y el Negro, excepto esa tercera persona que no sabemos quien es, o que –tal vez- sirve precisamente para construir una voz narrativa especular.

Los personajes son a la historia lo que los/las lectores/as son a la novela: sirven para reconstruir, en el caso de la novela, un espacio, un acontecimiento: la situación generacional de la década de los 70, en el caso de los/las lectores/as, deben entrar en el placer de descifrar y, a partir de ello, reconstruir también un espacio y un acontecimiento.

Seis

La zona del lenguaje es la vía a través de la cual la autora genera el autocuestionamiento: un autocuestionamiento sobre su identidad, la de una generación y la del novelar, y que encuentra sus sustentento en las continuas referencias a César Vallejo, en la inclusión de un “diccionario de la coba” y en el placer de los personajes en el manejo de la lengua creativa.

La “coba”, la jerga, el metalenguaje, el argot, la cobachera, le sirven a Natasha para arribar a la significación del texto; no son sólo un reflejo de una realidad universitaria, se convierten en los instrumentos idóneos para ficcionar. Juega con las palabras, las invierte, crea nueva jerga, y con ello exige del/a receptor/a la participaciónen el desarmar y armar el rompecabezas, haciédolo/a parte de la ficción al mismo tiempo que comprometiéndolo/a al desciframiento de los sentidos.

Siete

“Azulinaciones” es una novela síntesis de géneros: narración, lírica, ensayo, guión de televisión, teatro, guión de radio, diálogo, epístola.

En definitiva, “Azulinaciones” es una novela de experimentos, que se encuentra entre lo clásico, lo tradicional y la tendencia de la narrativa de la década de los ochenta, la que, como dice Miguel Donoso Pareja, “se excede en su oscuridad, su dificultad, en su exigencia al lector”.


AZULINACIONES

UN TEXTO CASI ALUCINANTE DE NATASHA SALGUERO


Por Manuel Corrales Pascual

Pero, vamos a ver: ¿De qué se trata? ¿Cuál es el problema? De unos años a esta parte, los relatores ecuatorianos andan a las vueltas con su quehacer y con su mundo. Y, al mismo tiempo, empiezan a estar de vuelta de muchas cosas.

Yo entiendo que el giro comenzó a darse allá por mediados de los setenta con El Desencuentro (1977) de Fernando Tinajero. Siguió con los cuentos de Abdón Ubidia en Bajo el mismo extraño Cielo (1978), Ciudad lejana (1982) de Xavier Vásconez, El Rincón de los Justos (1983) de Velasco Mackenzie, Antiguas Caras en el Espejo (1984) de Proaño Arandi, Pájara la Memoria (1985) de Iván Egüez, nuevamente con Abdón Ubidia y su novela Sueño de Lobos (1986), y ahora con estas Azulinaciones ganadoras del “Aurelio Espinosa Pólit” en 1989. Naturalmente, en la lista que acabo de hacer “no están todos los que son”. Va, la lista, solo a modo de rastro y ejemplo.

Desde hace mucho tiempo vengo pensando que la poesía, el lenguaje poético, es lugar privilegiado para entrar en el meollo de un pueblo (según he podido leer, algunos estudiosos latinoamericanos –más entendidos que yo, por supuesto- me están confirmando en mis sospechas). En nuestro caso, en el caso del Ecuador, ese lugar resulta ser no solamente privilegiado, sino de consulta y conocimiento necesarios.

La razón, no muy difícil de formular, aunque quizá generadora de arduos trabajos, viene a ser aproximadamente la siguiente: el lenguaje poético, el narrativo en nuestro caso, fabrica un mundo, construye a su manera un hogar y genera seres para ese hogar. O, viceversa, imagina seres (humanos, se entiende) y los pone a buscar un hogar, un conjunto de relaciones interpersonales, a soñar la realización de determinados valores. Al ponerlos en esa búsqueda, los hace exhibir determinado talante, concretas actitudes, específicos comportamientos.

Ahora bien, ¿por qué en el caso del Ecuador la poesía –y más concretamente el relato- es lugar obligado de búsqueda? Hay un largo espacio histórico en el que la novela y el cuento ecuatorianos apenas se acercan a la superficie del asunto, o se adentran un tanto en él, pero siempre en el horizonte limitado de una parcela provinciana. Sin ir más lejos. Es decir, sin entrar a fondo en su meollo vital completo.

Hay también un espacio largo, que coincide con el que acabamos de apuntar, y se extiende además hasta el hoy de ahora, en el que se desliza tenuemente un pensar sobre el ser que somos y el que queremos ser, que no llega todavía a ser pensamiento completo formulado: a los siervos de la gleba no les quedaba fuerzas para elaborarlo; y los dueños de esos siervos no tenían ganas... Hablando más claro: si bien hay propuestas, ensayos y aproximaciones, no hemos formulado aún un pensamiento sobre nosotros mismos.

La Literatura, la narrativa en concreto, queda entonces como único “lugar” –o, al menos, como lugar seguro- donde encontrar, no un pensamiento acerca de nuestro ser y de nuestro querer ser, pues no es su obligación serlo: pero sí un lugar donde contemplar visiones acerca de nuestra configuración de nuestros sueños, de nuestro afán o desaplicación por realizarlos, de nuestro destino.

Insisto en que es hacia mediados de los setenta cuando se intuye un grito en eso que podemos llamar la visión de nosotros mismos en el lenguaje poético narrativo. Hay, sin duda, otros espejos donde mirarnos. Este de la Literatura es el que más familiar me resulta, y por eso a él me refiero con más atrevimiento.

Azulinaciones de Natasha Salguero son un eslabón más de esa nueva cadena, de ese nuevo ver y mirar, de ese nuevo decir lo que se contempla.

¿Qué son las Azulinaciones? A primera vista, en un examen de superficie, cuarenta y cinco cuadros, o episodios, o retazos de historia, en diversas maneras confeccionados: relato propiamente dicho, soliloquio o monólogo interior de algún personaje, carta (género epistolar), boceto de poema, guión de una escena teatral, etc.

De alguna manera, esos cuadros o retazos, dispuestos en una secuencia caótica, alucinante, y repletos casi todos ellos de caóticas enumeraciones –el recurso técnico es ya de por sí elocuente-, se ensartan en un hilo conductor: la confluencia de varios seres humanos en una misma crónica, seres a los que podríamos llamar, sin mucho rigor, personajes: Carepalo, Clavel, Bayardo, El Enano, El Maestro, El Negro, Lucila, Graciela ... Sobre todo Graciela, que asume buenos espacios para narrar su propia biografía y algunos fragmentos de la biografía de los otros –particularmente de El Maestro y El Negro- por la especial incidencia que tienen en la de ella.

Se trata en estas Azulinaciones de presentar una muestra ejemplar de una generación joven, que podríamos nombrar “pensante”, que comienza una peregrinación oscura hacia un modo de concebir y de vivir la vida “de otra manera”. Ya en un estadio anterior habían comprobado que “el orden establecido” era falso y promotor de la falsedad y de la trampa, de la enajenación como forma de ser y como recurso. Habían iniciado, desde la ideología, un camino diferente, que no era falso –por vivido con sinceridad; pero también este nuevo vivir comienza a exhibir sus fisuras.

Los lugares comunes de la ideología –revolucionaria, naturalmente- se han ido gastando. Se ha gastado por completo. Y de eso también son conscientes los personajes. Una línea irónica recorre los cuarenta y cinco retazos que componen este texto. Los personajes han perdido la ingenuidad de aquellos –quizás ellos mismos- que cinco años antes escuchaban embelesados a los Tzántzicos, las canciones de Violeta Parra, los poemas de Vallejo, Guillén y Neruda, o los discursos de Allende. Varias veces nos presenta la narradora conversaciones donde se manejan esos lugares comunes o se alude a ellos. Siempre las remata o las salpica con la nota irónica o crítica. En el retazo titulado “El Vacilón”, por ejemplo, construido a modo de guión para escena de teatro, leemos:

EL MAESTRO.- Bueno lloras, ahí si se defienden. Pero estábamos hablando del César. Vea Carepas, nosotros no leemos sino que vivimos a Vallejo y no sólo a ...

EL CAREPALO (Interrumpe) y todo es vanidad. Lo que hacen es reunirse para vacilar bayer o gotra o hasta sandrope y leer doscientas veces la misma nota y sentirse bacanos de tanta cultura y tanta poesía.

El tema de la “liberación femenina” y el de las drogas parecen a este lector solamente indicios del clima en el que se realiza este regreso 2generacional”. Lo importante, lo medular de las Azulinaciones es la pregunta cuya respuesta es, por el momento, la perplejidad y el desconcierto:

“Me dan ganas de darme brisa, de pisarme hacia algún otro paisito por algún tiempo, dígame el camino más corto para llegar al Cairo o a Alejandría, a buscar un asirio babilonio que tenga buenas ondas y pocos prejuicios, miento, Prieto, lo que quiero es poder despejar esta maraña, este llevatrae, esta pegajosa abulia que me va chupando hasta el suicidio, quién sabe, hasta el escepticismo, o me tropiece de casualité con el nirvana. Vea, me siento culpable de mi inactividad, dudo de mis capacidades, y puede ser una trampa del sistema, tan hondamente internalizado pese a mi rechazo perenne y ya largo a los contenidos y formas del ídem, pese a la decisión, al combate de pensar siempre por mí misma, corriendo todos los riesgos y desgarramientos que esto ha implicado hasta hoy...” (“Musa”).

El relato de Natasha Salguero es, por lo dicho, un toque de atención, un reclamo para quienes –ya en el terreno del pensar, buscar respuestas y proponer quehaceres- algo se preocupan por este país y por su destino ...

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